lunes, 9 de marzo de 2009

Violencia, periodistas y lectores


"Acercarnos a la realidad", dicen algunos autores sobre el papel de la fotografía macabra y la forma de escribir -irónica y con pinceladas humorísticas- de presentar la información. No a pocos les ha causado gracia un titular como "¡Se los llevó la chingada!".

Sin duda, tienen razón. Hace poco escuchaba a un estudiante de diseño que decía: "puras noticias malas en los periódicos y la televisión" a lo que respondí "¿prefieres que te mientan?". Esto sale a colación por un taller en el que he tenido el honor de participar durante este mes de marzo.

El taller de periodismo policiaco con enfoque en derechos humanos está dirigido por Marco Lara Klahr, periodista y autor de libros como Hoy te toca la muerte: El imperio de los Maras visto desde adentro e impulsado por el Instituto para la Seguridad y la Democracia.

En una charla de sondeo sobre nuestra opinión como periodistas de la violencia, nuestra profesión y el Estado de Derecho. Se lanzó la pregunta "¿Contribuye el periodismo a la seguridad o a la inseguridad?" Las opiniones se dividieron. Hubo periodistas que afirmaron que el periodismo crea un clima de inseguridad al presentar ejecuciones, encajuelamientos y crímenes a lo largo del territorio nacional, lo que provoca en los lectores un clima de paranoia. Hubo otros, por el contrario que afirmaron "Es nuestro trabajo, presentar lo que sucede, no podemos mentirle a los lectores". Entre estas dos percepciones apareció una tercera "Es la forma de presentar la noticia", de un joven periodista recién graduado que añadió "hace poco murieron unos amigos en un accidente, publicaron su fotografía y en el titular pusieron 'se la parten', digo...".
Sin duda parece que vivimos en paranoia. Hace poco un taxista me comentó "este país va a tronar como ejote, joven". Antes de que truene como ejote pensemos en la forma en que percibimos las noticias sobre violencia. Ya no son asesinatos en la Ciudad de México de un hijo que furioso con su madre decidió acuchillarla. Ya son temas de interés nacional. De todas formas, El Gráfico tiene un tiraje de 310,000 ejemplares con 800,000 lectores aproximadamente de acuerdo al sitio periodistas en línea. ¿Tenemos los mexicanos fascinación por la violencia o es simplemente morbo?

Nota roja antes y después


El 6 de septiembre de 2006 una nota conmocionó a la opinión pública mexicana. La violencia había comenzado a afectar a los civiles. Por primera vez los cárteles del narcotráfico -o al menos de las primeras veces que la prensa en la capital lo reportaba- incidían directamente en la vida de los civiles. En un salón de baile en Uruapan, Michoacán, unos sujetos habían aventado cabezas humanas al centro de la pista. Imaginar la reacción de los asistentes resulta macabro. La fotografía que publicaba El Gráfico presentaba esas cabezas de una forma cruda. La atención de este medio no se concentró únicamente en la Ciudad de México como casi todos los días sino en un evento aparentemente aislado en otra ciudad del país. A partir de ese momento, cientos de analistas decían que el narcotráfico había superado sus propios límites, mientras otros argumentaban que se habían quebrantado las reglas entre cárteles que prohibían afectar a civiles. La violencia había llegado a otro nivel.

Muchos años antes, nuestra ciudad veía las fotografías macabras de otra forma, de una manera casi inocente como diciendo "Esto les pasó, qué bueno que no los conozco". Las fotografías que presentaba la prensa en publicaciones como Alarma! remitían a accidentes, choques automovilísticos y asesinatos. José Ramón Garmanbella, periodista policiaco y colaborador de A sangre fría en la edición obituaria de esta publicación del año pasado, responde a la pregunta ¿Por qué escribir sobre temas policiacos?: "La respuesta más fácil, y de hecho es la que ofrezco en cuanta entrevista se me solicita es: porque no se puede escriir la historia de una ciudad, y la de México no es la excepción, si antes no se dedica al menos un capítulo extenso a su historia criminológica". (Garmanbella, 2008)
Sin embargo ha habido un cambio. En publicaciones como Alarma! o La Prensa! todavía se podía encontrar la foto del asesino, exhibiéndolo frente a la opinión pública en una forma de "Aquí está el que cometió semejante atrocidad", desde luego con otros titulares como "Mató a su madrecita" o "Desmadrado". Hoy no sabemos quién es el asesino, el narcotráfico parece no tener una imagen clara para que el ciudadano diga "es él". No, es una fuerza que pasa los límites de la Ciudad de México y comienza a retar al Estado Mexicano. Los mexicanos parece que caminamos en la oscuridad, sin saber qué o a quién nos podemos encontrar en este entorno violento.
Referencias: Varios autores, (2008) A sangre fría: periodismo de morbo y frivolidad, Almadía: México

lunes, 2 de marzo de 2009

Sobre "La canción del verdugo" de Norman Mailer



¿Le he hablado de ese anciano de noventa años que escribió para pedirme los ojos? Humm, es demasiado viejo… No quisiera parecer rudo; pero está este chico, que sólo tiene veinte años y me parece mejor. ¿Querría telefonear a su médico y decirle así, sin más?: ¡Suyos son! Se los da Gary Gilmore!” (Fragmento de La canción del verdugo, Anagrama 2005)

-Gary Gilmore, días antes de ser ejecutado por el estado de Utah

Hace algunos años, Norman Mailer (1923-2007), uno de los más importantes escritores norteamericanos, se dio a la tarea de hacer cientos de entrevistas sobre el caso de Gary Gilmore, quien evitó el proceso de apelación para aplazar su ejecución luego de ser condenado a muerte por dos “absurdos” asesinatos cometidos durante su libertad condicional.

La canción del verdugo es un relato estremecedor. Ahonda en la psique de Gary Gilmore quien, con aparente cinismo, espera tranquilamente su momento frente al pelotón de fusilamiento.

“Nicole, unos guardias han dicho al periódico que estoy nervioso. No he estado nervioso en la vida; y ahora, menos. Ellos sí que lo están. Lo que ocurre es que me cabrea verme espiado”

Por otra parte, Mailer se dedicó a recopilar la correspondencia entre Gary Gilmore y Nicole, su amante. Este trabajo de investigación permite al lector conocer a dos personas que viven en un mundo sucio y corrompido, que los ha convertido en marginados sociales.

“¿Qué va a ser de nosotros, Nicole? Me consta que te haces esa pregunta. Y la respuesta es, sencillamente: Por virtud del amor… podemos superar la situación.

Nicole, me inclino por dejar que me ejecuten. Si me niego a apelar, no les quedará más camino que conmutarme la sentencia, o bien llevarla a término. Y no creo que la conmuten. Pero no es una decisión que tenga que tomar por mi sola cuenta.

No puedo pedirte que te suicides. En una época pensé que sí, pero no puedo. Si me ejecutan y tú te suicidas, pues, para ser sincero, es lo que yo querría”.

La canción del verdugo es una novela de la corriente del nuevo periodismo que muestra la interioridad de los personajes a través de distintos recursos literarios y periodísticos. Da magistrales pincelazos a la vida en prisión de un condenado a muerte, la perspectiva de los familiares del preso y el papel crucial que siguen jugando los medios de comunicación en los casos de crímenes y asesinatos.

Esta novela sin duda remite a A sangre fría del también norteamericano Truman Capote que relata el asesinato de una familia en Kansas, los Clutter y la psicología de sus asesinos: Perry Edward Smith y Richard Eugene Hicock.

Sirva pues el antecedente del título de este blog en sentido homenaje a Norman Mailer a casi tres años de su fallecimiento.